ERIAL



No seré yo quién se atribuya el merito del descubrimiento. Creo que es por todos conocidos. Pero no por eso deja de sorprenderme año si, año también, pero coincidiréis conmigo en que el verano y mas concretamente Agosto es un tiempo extraño y si vives en Madrid directamente cae dentro de la categoría de fenómeno paranormal.

No es solo que los periódicos, reduzcan a la mitad su numero de paginas y de ellas la mitad podríamos titularlas tranquilamente de relleno. Cuentecillos, relatos y crónicas livianas, fotos de temática eminentemente vacacional y relajante, noticias veraniegas producidas por el becario o por aquel que por llegar el ultimo a la oficina no ha podido entrara en la lucha de los turnos. Es que aunque parezca increíble es imposible comprar uno de sus ejemplares. ¿Motivo? Los quioscos están cerrados y el que queda de guardia, que esto es como las farmacias, siempre tiene que existir uno de guardia, realmente te queda lejísimos, y es imposible acercarse por la mañana para leer las noticias frescas.

Pero con ser esto grave, no es lo peor. Como ya he comentado aquí alguna vez, vivo en un barrio de lo más normal, que en los últimos años ha padecido su bomm inmobiliario y que actualmente se encuentra sitiado por las obras. Tenemos nuestra churrería, nuestro mercado, sus todo a 100, su puesto de ciegos, sus tiendas de ropa, sus bares y terrazas. Normalmente es un barrio con vida en la calle, y una gran actividad comercial. Como veis nada que lo distingas de los otros 300 barrio de Madrid, y no solo en esto sino en su …Humm como podríamos definirlo, su vida propia, su respiración , su ritmo de vida. Y claro cuando llega Agosto el ritmo de vida del barrio, se ralentiza por no decir que desaparece.

Cierran las panaderías, las fruterías y el mercado al completo, con sus carnicerías y pescaderías incluidas, las tiendas de moda y hasta el chino de los 20 duros, salir a la calle a comprar es un ejercicio de fe y buena voluntad. Igualmente han colgado el letrero de “Volvemos en Septiembre” la inmensa mayoría de los bares donde solemos parar y las terrazas quedan tan pocas y están tan abarrotadas que se torna misión imposible sentarse en una para disfrutar del fresco de la noche.

La frecuencia de autobuses y metro se trastoca y se relaja y pasa a ser la de los domingos, los tiempos que sueles llevar aprendidos del invierno, no sirven y así tu autobús que siempre sale a las medias en punto, ni esta, ni se le espera ni claro aparece. Y eso que tu previsor y con la experiencia de los veranos anteriores a tus espaldas, has decidido salir 10 minutos antes de tu casa. Tampoco puedes tomar un café mientras esperas, la cafetería que hay al lado de la parada esta cerrada, así que solo queda empezar a leer el libro que previsor, ya que no es el primer agosto que paso trabajando había sacado de casa. Es un libro de cuentos de Haruki Murakami, el de “Tokio blues” el titulo “Sauce Ciego, Mujer Dormida” .

Resulta increíble pero es así. En agosto, Madrid se sigue comportando como un pueblo o pequeña capital de provincias, cierra todo y la ciudad se paraliza, como si siguiésemos anclados en los años 50 del pasado siglo. Sin tener en cuenta las nuevas realidades sociales y laborales, aunque claro nos dirán, siempre nos quedan los grandes centros comerciales y supermercados. Así que paciencia y a disfrutar de esta ciudad vacía donde ni te puedes tomar una mísera caña de cerveza.

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