Y SEGUIMOS



Prometo que es la última entrada en referencia al terremoto, lo juro. Pero hay cosas que de verdad duelen con solo verlas. Son un claro ejemplo de sensacionalismo y manipulación informativa. Me estoy refiriendo a las imágenes que nuestras televisiones están emitiendo estos días y en la que se ve a niños haitianos escarbando en la basura de los vertederos mientras camiones cargados con cascotes y basuras, vuelcan sus volquetes al lado de los mismos. Los reporteros nos aseguran que esos niños se ven obligados a rebuscar en a basura para poder subsistir después del terremoto, ya que lo han perdido todo.

Y no señores no, esos niños por desgracia, ya se veían obligados a rebuscar en la basura, en los vertedores antes del terremoto, son niños que no tienen nada en el país mas pobre del hemisferio occidental. Son niños que desde pequeños están acostumbrados a tener que luchar por su supervivencia contra otros niños mayores o menores que ellos, ratas y enfermedades. Son niños a los que se les esta robando su futuro. Y por desgracia no es solo en Haiti donde podemos ver esas imágenes.

Salgamos de San Isidro, Miraflores o cualquier otro barrio pijo limeño, y avancemos por la Avenida Aviación, Observemos los cruces donde se acumula la basura sin recoger, ¿que vemos junto a perros famélicos y llenos de llagas?, vemos niños, hurgando en la basura, buscando algo que comer, o algo que pueda ser revendido. Entremos por los conos, pueblos jóvenes, que rodean lima, vemos la misma imagen de pequeños que en lugar de estar en la escuela, están con un pequeño saquito rebuscando en la basura, sus casas por llamar de alguna forma a las chabolas, están a pocos pasos justo en medio del vertedero .
Estamos en la pampa ayacuchana, avanzamos penosamente por caminos de tierra, llenas de baches y charcos, cruzamos pequeños pueblitos, casitas solitarias, donde niños obviamente mal alimentados y peor vestidos, comparten un charco de sucias aguas, con cerdos de color indefinido que hacen allí sus necesidades y unas gallinas que nunca se saben si son blancas o negras.

No nos vayamos tan lejos. Miremos a nuestro vecino del sur, Marruecos, nos encontramos en Asshila un maravilloso pueblo vacacional, tomado por el turismo europeo, españoles, franceses e italianos especialmente, llenan sus playas y restaurantes. Nos dirigimos a la playa y en lugar de coche, elegimos ir en carromato, al modo local, no subimos en un carro tirado por una pobre mula, para ahorrar tiempo el conductor, dirige su carro por las zonas menos agraciadas de la ciudad, los bonitos y blancos edificios, dan paso a feos edificios hechos de bloques de Hormigón.. A la salida de la ciudad hay un vertedero. Niños y niñas, viven en ese vertedero, buscan y rebuscan algo de comer entre las bolsas de basura, que nosotros esta mañana tiramos al contenedor.

Pero acerquémonos más aún. Madrid, atravesamos la llamada cañada real, llamada así por que era uno de los caminos que antiguamente usaban los pastores trashumantes. Lo que empezó siendo una buena idea de un alcalde, se ha convertido en un pozo de pobreza y exclusión. Es una calle larga, que conduce al principal vertedero madrileño. Cientos de camiones de la basura, o volquetes con cascotes recorren la calle diariamente. Multitud de niños, gitanos e inmigrantes, principalmente rumanos, juegan entre la basura que se desprende de los camiones. Son niños que están sin escolarizar, que sus juguetes son las jeringuillas de los yonquis, que se pinchan allí mismo a la vista de todo el mundo, niños a los que sus padres por la noche deben acostar en alto, sin apoyar la cama en el suelo, ya que si no pueden ser devorados por las ratas.

Y podría seguir. Podríamos hablar de una ciudad que se llama Kaisery en la Turquía profunda, o de los arrabales de esa metrópolis que es Baltimore en los EEUU, podríamos hablar de las pandillas de niños de San Petersburgo.

Solo tenemos que esperar otro terremoto para que la tele nos muestre lo que normalmente no queremos ver.

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