BRUSELAS
Es el año de 1983 y hace poco se
han celebrado las primeras elecciones en las que he podido votar, son
elecciones a los ayuntamientos y como era previsible, las candidaturas de
izquierdas, especialmente el PSOE, si en
el tiempo en que esta historia discurre el PSOE era o se consideraba un partido
de izquierdas, han arrasado. Y de esta
forma tan simple, la mayoría de los pueblos y ciudades de este país, pasan de
estar gobernados por los alcaldes nombrados por el franquismo o postfranquismo
a tener un alcalde de los llamados
rojos. Por ese entonces mi mejor amigo,
P, del que os he hablado en este blog
alguna vez, vivía en la madrileña ciudad de Alcorcón y aquí, también ganaron
las izquierdas. El nuevo ayuntamiento como casi todos, decidió dar un giro más
social a sus políticas de gobierno y dentro de este giro estaba el que los
vecinos pudiesen disfrutar de de eventos y actividades culturales mas
progresistas como se decía entonces y
diferentes de la línea oficial hasta entonces imperante.
Es en ese mismo año, cuando en la
pequeña parroquia asturiana de Cabueñes, vecina a Gijón, se decide celebrar a principios de septiembre unos
“Encuentros Internacionales de la Juventud”. En estos encuentros se aúnan
política, ecologismo, pacifismo, nuevas tendencias artísticas y culturales y lo
que podríamos llamar conocimiento del medio local. Aquí y durante dos semanas
los jóvenes diariamente se reúnen en la universidad laboral para debatir,
celebrar reuniones, organizar exposiciones y comentar experiencias. Y es a esos
encuentros donde el Ayuntamiento de Alcorcón, decide enviar durante una semana a sus jóvenes, para que aporten sus conocimientos y
enriquecen su bagaje de lo que entonces era un mundo nuevo y totalmente
extrasistema. Para elegir a los vecinos que irían a este evento, nada más
democrático que hacer una lista e ir al ayuntamiento para apuntalarse en dicha
lista hasta completar el cupo de sesenta personas. Mi amigo, despierto como
pocos, se entero de dicha lista y no
solo decidió apuntarse el si no que me apunto también a mí y es de esta forma como acabe en unos
encuentros culturales, representando a una ciudad en la que había estado dos
veces en mi entonces joven vida, con una
asignación de 200 pesetas diarias, menos de 2 euros al cambio actual, pero un
dineral entonces y durmiendo en una colchoneta en unas naves cedidas por la
universidad laboral.
Siendo sincero, no recuerdo mucho
de los diversos talleres a los que asistí, que realmente fueron pocos aunque
si creo recordar que me gusto una
exposición de artesanía. Por otro lado y en contraste, recuerdo que fue la
primera vez en mi vida que comí raya en salsa verde, que una tarde me atracaron
yendo solo por el paseo marítimo de Gijón y que pocos días después,
casualidades de la vida, me encontré con el jefe de la pandilla de atracadores
pero en ese momento con los papeles cambiados, el solo y yo con mis amigos, y
birlibirloque recupere todo lo que
habían robado mas un reloj. Pero me
acuerdo especialmente de una noche, en la que P y yo habíamos estado primero
tomando unas cervezas, luego unas sidras y andábamos por el paseo marítimo para
dirigirnos a unas playas un poco apartadas donde nos habían informado que por
las noches se juntaba la gente de nuestra edad para hacer queimadas, escuchar
música, bailar o lo que se presentase.
Hace mucho que no voy a Gijón pero por entonces, el paseo marrito estaba
bordeado por mástiles donde ondeaban banderas. Y ya se sabe que el diablo
cuando se aburre mata moscas con el rabo, y sobre todo cuando lleva unas cuantas
copas de más, así que P. y yo no tuvimos
mejor ocurrencia que ir sacando los distintos mástiles de los soportes y coger
las banderas, para posteriormente dejar los hierros tirados en la playa.
Después de unos 10 minutos estábamos agotados del esfuerzo, si no habéis
intentado sacar un mástil de su soporte un consejo: NO LO HAGAIS- y teníamos un
par de decenas de banderas en nuestras manos. En un momento de lucidez, decimos
dejar aquel juego, y para decidir con que bandera nos quedábamos, las lanzamos
al cielo, levantamos los brazos y la que se quedase enganchada en nuestras manos, fuera cual fuera, sería la
nuestra. P. tuvo suerte o hizo trampa y se quedo con la bandera de Jamaica, que
mas se podía pedir Bob Marley, la maría, una bandera de diseño y colores
molones. A mi puede que un poco mas
tonto o menos tramposo me toco la de ¡Belgica!., que decir …..
Sabéis que no soy nada ni de
patrias ni de banderas, pero no me
preguntéis el porqué pero esa bandera desde entonces ha estado siempre en mi
casa, y cuando la veía un retazo de mi juventud acudía a mi memoria.
Hacia tiempo que no pensaba en lo
que mas arriba os he comentado pero con los atentados de ayer, han vuelto a mi
memoria esos recuerdos y esas sensaciones. Desde aquí un abrazo muy fuerte a C
y S, mis queridos amigo Belgas.
Por cierto, nunca llegamos a las
dichosas playas.
Comentarios